El mundo nos mira

La aprobación de la Ley del Referéndum el pasado miércoles (y, al día siguiente, la de Transitoriedad Jurídica) ha supuesto el impacto inicial del choque del trenes. ¿Qué sensación me queda en estos momentos? Que, pese a que los independentistas han impuesto su superioridad en escaños, la victoria no ha sido tan lucida como pretendían. No tengo la sensación de haber vivido un momento histórico, sino un día de agotadora bronca en el Parlament, con ambos bandos recurriendo a todo tipo de triquiñuelas parlamentarias para acelerar el proceso de aprobación (los independentistas) o para retrasarlo (los no independentistas). La votación final de la Ley del Referéndum, ya de madrugada y en un Parlament medio vacío, requirió de el canto de Els Segadors por parte del independentismo para dar algo de empaque histórico a una jornada caótica. Seguramente no fue lo que nadie esperaba para un día tan trascendente, lo cual no deja de resultar sorprendente teniendo en cuenta que “El món ens mira” (“El mundo nos mira”).

Empieza el choque

Pues ha llegado el día: hoy comienza el tan aplazado choque de trenes: un choque a cámara lenta que durará unas cuantas semanas y que sin duda se ganará un sitio en los libros de Historia. Mientras escribo esto, y siguiendo el guión previsto, los grupos independentistas han pedido una alteración del orden del día en el Parlament para introducir la votación de la Ley del Referéndum: el minuto cero del choque. Además, en un giro no previsto por el guión, la Presidenta del Parlament ha hecho coincidir la votación con una petición de recusación de todos los miembros del Tribunal Constitucional, un hecho inaudito en la historia de este organismo y que pretende, naturalmente, bloquear o retrasar la decisión del tribunal (aunque, paradójicamente, suponga su legitimación por parte de los que argumentan a favor de la desobediencia y el desacato).

Nos esperan tres semanas llenas de tensión política, declaraciones encendidas, manifestaciones multitudinarias, giros inesperados y muchos, muchos golpes de efecto destinados a descolocar al adversario. ¿Qué pensaremos de “los hechos de septiembre de 2017” cuando leamos sobre ellos en los libros de Historia? ¿Bajo qué luz los retratará la posteridad?

Teorías y rumores (iii)

Hoy El Confidencial ha publicado una entrevista con un ministro no identificado del gobierno Rajoy1. Cuando el entrevistado es una voz anónima las reservas son inevitables, pero como en este blog pretendo coleccionar las teorías y rumores que circulan sobre el 1-O, me gustaría mencionar la que ofrece el misterioso ministro: afirma temer un último acto de fuerza de los independentistas justo antes del 1-O, con el que buscarían extremar la respuesta del Gobierno. Como ejemplos, pone una sentada masiva en la plaza de Cataluña de Barcelona o la ocupación del Parlament.

No descarto una sentada en la plaza de Cataluña, pero no me parece muy probable una maniobra como la de ocupar el Parlament. No por falta de ganas u organización del independentismo, sino porque una de las obsesiones del Govern es que el referéndum se pueda celebrar en condiciones “normales” y “homologables internacionalmente”2, y una acción de ese tipo distorsionaría la imagen de normalidad que se pretende transmitir.

Otra cosa sería, claro si el Gobierno impidiera la celebración del referéndum de una manera infranqueable para el independentismo. Para ese caso seguro que hay ya preparadas acciones de protesta muy mediáticas y pensadas para bordear la rebeldía, al menos en apariencia.

1 https://blogs.elconfidencial.com/espana/mientras-tanto/2017-08-31/confesiones-cataluna-independencia-parlament-choque-de-trenes-garcia-margallo-gobierno-inhabilitacion-burguesia-catalana-ciu_1436308/

2 http://www.ccma.cat/tv3/alacarta/els-matins/munte-es-imprescindible-que-el-referendum-sigui-vinculant-homologable-a-ulls-de-la-comunitat-internacional/video/5622347/

Súbditos

Jordi Turull (foto: EFE).

Preguntado por el referéndum del 1-O, Jordi Turull (conseller de Presidencia y portavoz del Govern de la Generalitat) dijo ayer en rueda de prensa: “Lo determinante es que los ciudadanos de Cataluña el 1 de octubre acudan a las urnas y se comporten como ciudadanos y no como súbditos”. Y añadió: “La gente es demócrata, la gente no querrá quedarse en casa como súbditos”1.

No hay mucho más que añadir. No recuerdo que nunca antes se haya tachado de poco demócrata y de “súbdito” (que supongo que para Turull es una cosa muy fea) a los que, por las razones que sea, eligen ejercer su derecho a la abstención. Ni que se les pueda considerar menos ciudadanos por ello. ¿Declaraciones como éstas van a atraer a más gente a los (hipotéticos) colegios electorales del 1-O? Diría que más bien al contrario. Creo que lo único que hacen es profundizar en la división social que ya se palpa en Cataluña, en la que unos son los libres y demócratas y los otros somos los esbirros de un régimen totalitario.

Si tanto preocupa la participación a los organizadores del referéndum del 1-O, una solución podría ser instaurar el voto obligatorio: aún están a tiempo, es perfectamente democrático y daría a la abstención mucho más valor.

1 https://www.elconfidencial.com/espana/cataluna/2017-08-29/turull-subditos-catalanes-abtenerse-referendum_1435425/

Desconectando

La CUP cuenta los segundos que quedan hasta el fin del procés (imagen: El Nacional).

Ya tenemos la Ley de Desconexión presentada en el Parlament. Presentada, no aprobada. Presentada con rueda de prensa, mucha publicidad y presencia en las redes para que a nadie se le escape que el Govern está peleón y va a por todas. Con mucho ruido mediático, en definitiva, para nadie se pare a pensar que, hasta ahora, nadie en el Govern ha firmado nada legalmente comprometedor. Recordemos que, en un ya lejano 9 de noviembre de 2015, los partidos independentistas aprobaron una “declaración solemne” en el Parlament que decía: “Como depositario de la soberanía y expresión del poder constituyente, reitera que este Parlamento y el proceso de desconexión democrática no se supeditarán a las decisiones de las instituciones del Estado español, y en particular del Tribunal Constitucional, al que considera deslegitimado y sin competencia”. Y desde entonces se han acatado las sentencias de los tribunales “españoles” cuando ha tocado hacerlo.

Sin ir más lejos, la Ley de Desconexión tenía que ser presentada el pasado 16 de agosto, y no lo hizo a raíz de de la suspensión por parte del Tribunal Superior de Justicia de Cataluña de la reforma del reglamento que tenía que haber servido para aprobarla. ¿La respuesta del Govern no tendría que haber sido, en lógica coherencia, desobedecer a ese tribunal de filiación española? Pues no: empezaron las dudas y se decidió postergar la presentación de la Ley hasta ver cómo se podía vehicular sin desobedecer abiertamente al tribunal.

Sin embargo, a un mes del 1-O, esto va a tener que cambiar. Como dijo la CUP hace poco, “el 1-O se acaba el procés1: estamos llegado a la frontera que los propios independentistas se han impuesto, la fecha grabada en piedra que el Govern ya no puede renegociar con sus bases. El President va a tener que estampar en breve su firma en la Ley de Desconexión para poder convocar el referéndum. Dicen que eso ocurrirá el próximo miércoles 6 de septiembre, a las puertas de la Diada, y desde luego significará un cambio en la dinámica del procés: el Tribunal Constitucional suspenderá esa ley poco después (desde el independentismo se espera que sea antes de la Diada, para capitalizar la indignación) y, esta vez, el Govern tendrá que elegir. Opción uno: acatar la suspensión, lo que dejaría perplejas a sus bases: ¿acatar a un tribunal de cuya autoridad nos acabamos de “desconectar”? No sería la primera vez que ocurre, pero la contradicción nunca habría sido tan flagrante. Opción dos: desacatar la suspensión y continuar adelante con el referéndum, entrando ya directamente en la ilegalidad y obligando a muchos ciudadanos catalanes (funcionarios o no) a elegir bando: u obedecen al Govern u obedecen al Tribunal Constitucional.

1 http://www.lavanguardia.com/politica/20170823/43749502587/cup-proces-desobediencia-estado-diada-1o.html

Imponer el relato

En la política los nombres cambian con mucha más rapidez que los conceptos que definen. Por ejemplo, en el entorno del procés se ha puesto de moda el término “imponer un relato” para referirse al análisis de cualquier hecho desde una perspectiva siempre favorable a los intereses de su ideología. Naturalmente, éste no es un invento de los estrategas independentistas: es el “en las elecciones ganamos siempre” que hemos visto tantas veces. La actualidad nos da ejemplos constantes de su uso, ya sea en la prensa, la televisión o las redes sociales (uno de mis favoritos es cuando el primer ministro griego Alexis Tsipras transformó su dimisión de 2015 en un acto de “devolver de la soberanía al pueblo”).

Dije hace unos días que me sorprendió agradablemente el esfuerzo mediático e institucional por desvincular el atentado del 17-A del proceso independentista. Sin embargo, tras el impacto inicial la dinámica del procés se ha vuelto a imponer y todos han comenzado a arrimar el ascua a su sardina: la eficacia de la respuesta policial e institucional tras el atentado ha servido a los medios unionistas para profundizar en conceptos de unidad frente al terror que, en el contexto actual, nos llevan a pensar fácilmente en la unidad de España. Por el lado independentista, algunos han corrido a ver en esa eficacia un claro apoyo a la independencia: Cataluña ha demostrado que puede perfectamente funcionar como un Estado; las instituciones y fuerzas de seguridad catalanas no tienen nada que envidiar a las de cualquier Estado europeo; la prensa extranjera hablaba de “Catalan police” y no de “Spanish police”, etc1-4. Cada uno trata de “imponer su relato” frente al de los demás, convencer a la gente de que su equipo ha ganado el partido y, si es posible, conseguir que su interpretación se la que prevalezca en los medios y las redes sociales.

Hagamos ahora un ejercicio: imaginemos por un momento que la respuesta de las instituciones catalanas al atentado hubiera sido insatisfactoria y que hubiera recibido un aluvión de críticas. ¿Qué hubiera ocurrido? ¿Cuál hubiera sido el análisis? ¿Se hubiera entonado un mea culpa con la misma celeridad con la que se han colgado las medallas? Mi sensación es que no. Los medios unionistas hubieran vinculado implícitamente esa inoperancia al turbulento proceso de “desconexión” promovido por el independentismo, insistiendo en la inapelable necesidad de reconstruir la unidad institucional. Y los opinadores de la independencia hubieran corrido a transformar esas críticas en un relato de apoyo a la independencia: las instituciones catalanas no han podido actuar correctamente porque no reciben suficiente apoyo del Estado español; España ningunea y oculta información a los Mossos; aquí tenemos un motivo más por el que Cataluña tiene que cortar con España, etc.

Por supuesto no lo podremos saber nunca, pero tengo la convicción de que las conclusiones hubieran sido exactamente las mismas en ambos casos: así es cómo funciona la estrategia del “imponer un relato”, que es tan vieja como la misma política. Aquí todos dicen que ganan, como si en el 17-A hubiera algo que ganar.

1 http://www.vilaweb.cat/noticies/la-paradoxa-informativa-la-geografia-el-nostre-compromis-els-mossos-i-el-dia-que-vam-actuar-com-un-estat-opinio-pere-cardus-rambla-barcelona-cambrils-atemptat-catalunya/
2 http://www.diaridegirona.cat/opinio/2017/08/20/mossos-estructura-destat/862966.html
3 http://elmon.cat/opinio/23926/un-vell-estat-a-remolc-dun-nou-estat
4 http://www.naciodigital.cat/opinio/16026/se/va/estat/arriba/altre

Las réplicas del 17-A

Manifestación del «No tengo miedo» el 18-A en Barcelona (foto: La Vanguardia).

El horroroso atentado del pasado jueves en el centro de Barcelona hasta hecho desaparecer el procés del foco mediático, ahora centrado casi en exclusiva en la investigación de los hechos y sus secuelas. Además, y por fortuna para todos, a nadie (a nadie con un mínimo de peso político, me refiero) se le ha ocurrido vincular el ataque terrorista con el secesionismo, ni para bien ni para mal. En la manifestación del No tengo miedo del pasado viernes no se vio ni una estelada. Sin embargo, esta sensación de unidad, al menos en lo político, no creo que vaya a durar. Pasadas las réplicas del impacto, las agendas políticas volverán a imponerse, porque están ya demasiado calientes como para simplemente dejarlas enfriar. Aunque terrible, el atentado del 17-A no ha sido más que una distorsión imprevista en un guión cuyas líneas generales están sólidamente tramadas desde hace meses, y del cual depende la suerte de los principales actores políticos de España y Cataluña. Y eso es demasiado importante para que un atentado que lo cambie.

Minuto y resultado (i)

La presidenta del Parlament, Carme Forcadell (foto: La Vanguardia)

A 45 días para el 1-O (y a unos cuantos más para declarar la independencia), el Gobierno Rajoy ha desestimado el uso del artículo 155 de la Constitución (la intervención de la autonomía) como medio para impedir la celebración del 1-O «por razones temporales y políticas». La verdad es que se veía venir, ya que la aplicación práctica de este artículo hubiera requerido un complicadísimo encaje de bolillos jurídico-legal para salvar los plazos1. Al día siguiente de estas declaraciones, la ANC y Òmnium Cultural han comenzado a calentar a sus seguidores de cara al 11-S y han pedido al Gobierno que se atreva a revelar su estrategia para parar el referéndum2, lo cual no deja de ser curioso teniendo en cuenta el secretismo que caracteriza la estrategia del bando independentista.

Se han acabado las vacaciones para los parlamentarios de Cataluña sin la inclusión de la Ley del Referéndum en el orden del día del Parlament. Tras la suspensión por el Tribunal Constitucional de la reforma del reglamento del Parlament que hubiera permitido su aprobación exprés (por medio de una lectura única), existe un cierto desconcierto en el independentismo sobre cómo proceder sin desobedecer abiertamente al Tribunal (lo cual contradice de una manera palmaria con el discurso de la desobediencia y el desacato que venimos oyendo desde el 9-N).

La Presidenta del Parlament, Carme Forcadell, ha declarado que «Hemos sido notificados y ahora sólo esperamos que la reciban las 14 mesas de los Parlamentos autonómicos y la mesa del Congreso que también tienen el procedimiento de lectura única»3, obviando intencionadamente que ese procedimiento se reserva para la tramitación de leyes mucho más sencillas. El mismo reglamento del Congreso dice en su artículo 150: «Cuando la naturaleza del proyecto o proposición de ley tomada en consideración lo aconsejen o su simplicidad de formulación lo permita». Utilizar este procedimiento para tramitar leyes de la complejidad (y el impacto social) de la Ley del Referéndum o la de Transitoriedad Jurídica es forzar la interpretación del reglamento hasta un extremo aberrante, además de ser un desprecio a más de la mitad de los catalanes (representados por la oposición, a la que la lectura única recorta sustancialmente sus derechos). Que los abanderados de la transparencia y la calidad democrática recurran a una argucia así para aprobar las leyes que les interesan me parece una decisión claramente tomada desde la desesperación, y estoy seguro de que más de un político del bando independentista está lejos de sentirse cómodo con esta estrategia.

1 http://www.catalunyapress.es/texto-diario/mostrar/786298/pp-no-aplicara-catalunya-articulo-155-constitucion
2 http://www.lavanguardia.com/politica/20170816/43592854821/entidades-soberanistas-1o.html
3 http://www.lavanguardia.com/politica/20170816/43593254054/tsjc-notifica-forcadell-suspension-reforma-reglamento-parlament.html

¿No quieres ser libre?

El eslógan «Freedom for Catalonia», un clásico estrenado en 1992

No hace mucho, Isabel Coixet publicó un artículo donde recordaba que no ser independentista no equivalía a ser fascista1. Que se tenga que incidir en una obviedad así deja claro el tipo de discurso que utilizan algunos (y recalco algunos) independentistas, que hace tiempo que optaron por señalar veladamente a los unionistas como desafectos y nocivos para la democracia, y a veces incluso como sospechosos de coquetear con el fascismo (como vimos hace poco con los carteles con la cara de Franco para reivindicar en referéndum del 1-O)2. La lógica del mensaje es sencilla (como suele serlo en estos casos): como la independencia persigue un país más libre, más próspero, más transparente y más democrático, los que están en contra de la independencia están en contra de la libertad, la prosperidad, la transparencia y la democracia. Así de claro y elocuente.

Yo nunca he recibido ningún insulto por no ser independentista. Nunca nadie me ha señalado con el dedo para gritarme “feixista!”, pero me he sentido señalado por determinadas campañas, algunas institucionales, en las que restringen conceptos como “libertad”, “justicia” y “democracia” exclusivamente a la ideología independentista. Por ejemplo, en 2013 tuvimos El Concert per la Llibertat (¿No fuiste? ¿No estás a favor de la libertad?). En 2014, ERC arrancó la campaña Vull ser lliure (¿No estás con nosotros? ¿No quieres ser libre?). Por no hablar del clásico eslógan Freedom for Catalonia, estrenado en 1992. El argumentario del 9N del 2014 también estuvo lleno de referencias a la libertad y la democracia, que han continuado desde entonces. Una rápida búsqueda en Google revelará docenas de artículos a favor de la independencia con las palabras “libertad” y “democracia” en el título y en los destacados.

Nunca he recibido ningún insulto por ser unionista, pero sí que me he sorprendido muchas veces bajando la voz al confesar que no era independentista. Y he visto muchas veces cómo otras personas hacían lo mismo, en algún lugar público, para decirme que pensaban como yo. Y confieso, con la mano en el corazón, que si no firmo este blog con mi verdadero nombre es por miedo a las repercusiones que pueda tener en mi vida personal y, sobre todo, profesional. Nada de esto ocurriría si este fuera un blog sobre cine, sobre literatura o sobre cocina: no son temas que se vivan tan a flor de piel, no movilizan a miles de personas en la calle, ni disparan acciones judiciales, ni exaltan los discursos hasta límites casi insurreccionales. Me pregunto si durante las campañas de los referendos en Quebec o en Escocia también había quien tachaba a los contrarios a la independencia de antidemócratas.

Estos mensajes me parecen ofensivos y hasta peligrosos, por lo que tiene de criminalización de una parte de la sociedad. Enric Hermández decía hace poco en un artículo en La Vanguardia: “Como es sabido, todos los independentistas son por definición espíritus libres, personas honestas guiadas solo por el afán de libertad, mientras que el resto son esclavos de no se sabe qué oscuros intereses. ¿En qué cabeza cabe que un ser sin ataduras prefiera la tiranía española a la beatífica República catalana?”3. Como Isabel Coixet, como Enric Hernández y como tantos y tantos miles de catalanes, yo soy unionista y me ofenden y me indignan los símbolos fascistas, y en particular los que se cuelan en las manifestaciones que contrarias a la independencia. Me ofenden y me indignan por la elegía que representan de un régimen odioso y antidemocrático.

Alguien me dirá que este tipo de campañas son normales en política: todos los partidos piden el voto atribuyéndose la llave del progreso, la mejora económica, el avance educativo, etc. Sí, es cierto, pero ningún partido con sentido de la ética puede pretender representar en exclusiva la democracia, convirtiendo las elecciones en un “vota libertad” (a nosotros) contra “vota opresión” (a ellos). Y lo mismo lo aplico a instituciones y entidades vinculadas (ni que sea ideológicamente) a estos partidos, y a aquellos que hacen la vista gorda a estas argumentaciones. No me parece honesto. ¿Pero pienso que se abandonará esta estrategia en un futuro próximo? No, en absoluto. Las dicotomías de este tipo siempre han funcionado bien electoralmente, honestas o no.

1 https://elpais.com/elpais/2017/07/17/opinion/1500292963_456977.html
2 http://www.elperiodico.com/es/politica/20170718/carteles-rostro-franco-votar-referendum-6174991
3 http://www.elperiodico.com/es/opinion/20170711/1-o-decidiras-como-diga-6160347

Teorías y rumores (ii)

Fachada del Parlamento de Cataluña (foto: Wikipedia).

A finales de julio, Josep Martí Blanch publicó en El Periódico un muy aludido artículo titulado El otoño catalán en el que detallaba algunos supuestos planes del independentismo para el 2-O1.

El otoño catalán hacía referencia, claro está, a La Primavera Árabe, ya que, según Martí Blanch, eso es lo que se vivirá en Cataluña dentro de unas cuantas semanas. En resumen, el autor explicaba que el Govern de la Generalitat ya trabaja con la idea de que el referéndum no se podrá celebrar y, por tanto, ha diseñado un plan de respuesta que consistiría en encerrarse junto a todos los diputados afines en el Parlament y llamar a los catalanes independentistas a rodear indefinidamente la cámara catalana, en un acto de movilización popular comparable al de la plaza Tahrir de El Cairo.

Las consecuencias serían obvias: impactantes imágenes televisivas de decenas de miles de personas (“el pueblo de Cataluña”) durmiendo al raso para apoyar a los líderes independentistas en su épica defensa del último baluarte de las libertades de Cataluña. Imágenes que, llegadas a los medios internacionales, abochornarían al gobierno español hasta el punto de obligarle a negociar una salida al conflicto catalán.

Si incluyo este supuesto plan B en esta sección del blog es por su apocalíptica grandiosidad, ambiciosa hasta el punto de parecerme irrealizable. El independentismo social responde muy bien a llamadas puntuales a la manifestación, pero no me parece que esté dispuesto (ni preparado) para una movilización de envergadura pre-revolucionaria como la que prepara este plan. El cesado conseller Jordi Baiget declaró (en la entrevista que le costó el puesto) que “pensar que alcanzaremos un grado de movilizaciones mayoritarias y permanentes es no conocer el país”2. Y el periodista Albert Soler, en el Diari de Girona, lo clavó cuando escribió: “No es que los catalanes seamos más cobardes ni más tacaños que otros pueblos que han ganado revoluciones. Es que, sencillamente, vivimos bien. Una revolución puede triunfar si la mayoría del pueblo vive bajo mínimos”3.

Pensemos que el 1-O cae en domingo y que al día siguiente habrá que ir a trabajar.

1 http://www.elperiodico.com/es/opinion/20170620/otono-catalan-estrategia-proceso-soberanista-articulo-josep-marti-blanch-6117609
2 http://www.elpuntavui.cat/politica/article/17-politica/1184483-anar-a-preso-ho-aguantaria-pero-no-que-vagin-contra-el-patrimoni.html
3 http://www.diaridegirona.cat/opinio/2017/01/03/anirem-dormir/821972.html