Teorías y rumores (i)

La mayoría de consulados en Barcelona están situados en pisos, como el de Estonia en la av. Diagonal (foto: Google Maps).

Con el tren del procés encarrilado ya hacia una colisión final de aires épicos, las teorías y rumores acerca de qué ocurrirá aumentan en intensidad y osadía. Algunos resultan tan pintorescos que no me puedo resistir a ir reseñándolos en esta nueva sección del blog.

Empezaré por un rumor reciente, lanzado al ruedo mediático por Jordi Manyà de la ANC, que parece sacado de una novela de espías de John LeCarré: resulta que las 8000 urnas necesarias para el referéndum están ya compradas y custodiadas en la embajada de un país que simpatiza con la independencia1. Una buena jugada de Puigdemont, ya que, siendo una embajada territorio del país que representa, la policía española no podrá entrar a requisarlas sin provocar un grave incidente internacional.

El hecho de que Manyà dijera «embajada» me hace pensar que, o bien la Generalitat ha tenido la sangre fría de almacenar las urnas en Madrid o bien ha confundido «embajada» por «consulado» (o bien pretende dar trabajo al Estado obligándolo a acordonar todas las embajadas y consulados extranjeros la víspera del 1-O, en Madrid y Barcelona). Ahora bien, yo me pregunto: ¿qué volumen ocupan 8000 urnas? Basándome en las urnas que hay a la venta por internet, he calculado que todas deben de ocupar unos 700 m3. Teniendo en cuenta que una vivienda normal de 60m2 dispone de unos 180m3 de volumen (totalmente vacía y sin paredes divisorias), la Generalitat ha tenido que pedir ayuda a una embajada/consulado con un sótano bien espacioso.

Con todo, me parece un rumor de primera, muy novelesco y de los que darán color a la literatura futura sobre los hechos de octubre del 2017.

1 http://www.eltriangle.eu/es/notices/2017/08/las-urnas-estan-escondidas-en-un-consulado-asegura-un-dirigente-de-la-anc-8560.php

Después del 1-O (ii)

Jordi Xuclà, diputado de PDeCat en el Congreso de los Diputados (Alejandro GarcÍa/EFE/La Vanguardia).

Jordi Xuclà, diputado del PDeCat en el Congreso, ha declarado que su partido podría estar dispuesto a negociar una moción de censura contra Mariano Rajoy después del referéndum de independencia1. Estas declaraciones han causado una pequeña conmoción en el independentismo más visceral2, que, como mínimo de cara al exterior, no muestra absolutamente ninguna duda de que la sucesión de acontecimientos de este octubre culminará con la independencia de Cataluña. Sin embargo, las de Xuclà no son las únicas declaraciones de responsables del partido del Govern en este sentido (recordemos a Conesa, a Baiget, a las grabaciones de Bonvehí hablando de las próximas elecciones autonómicas). Yo no tengo contactos de primera mano dentro de la política, pero, como expliqué en una entrada anterior, mi sensación es que el plan del President Puigdemont es que no le permitan celebrar el 1-O: así podrá aglutinar una nueva movilización, legitimarse con un nuevo baño de masas e inaugurar un nuevo plan que (esta vez sí) conducirá a la independencia.

1 http://www.lavanguardia.com/politica/20170806/43391757539/pdecat-psoe-mocion-censura-despues-referendum-1-o.html
2 http://www.vilaweb.cat/noticies/madrid-2-doctubre/

Unionista con otro nombre

Foto: mapa de Barcelona en 2012, dividida en zonas unionistas (rojo) eindependentistas (azul), creado por Marc Belzunces.


Soy unionista.
Para quien no lo sepa, unionista es el término que usan los medios independentistas de Cataluña para referirse a los que no somos independentistas. Es una palabra bastante reciente: según parece, una de sus primeras apariciones fue en el año 2009, en el que un informe del Cercle d’Estudis Sobiranistes clasificaba tres tipologías de catalanes: independentistas, unionistas e indecisos1.

Hasta la aparición de los unionistas, existía una cierta inconcreción en los medios independentistas a la hora de cómo llamar a las personas y partidos del bando contrario. Unas veces los llamaban directamente así: no independentistas, aunque supongo que calificar a un grupo simplemente como la negación de su opuesto carecía de entidad. También se había usado constitucionalistas (sobre todo aplicado a partidos políticos), que suena demasiado a frío término jurídico. Y también se usó federalistas y autonomistas, palabras que a mi me suenan extrañas aplicadas fuera del mundo de la política de partidos. Me imagino que unionista, lejos de ser un término ideal, era lo bastante nuevo, breve y claro para hacer su función sin resultar connotado.

Sin embargo, parece que incluso un término tan esforzadamente neutral como ese empieza a estar bajo sospecha. No hace mucho, la sectorial de psicólogos independentistas de la ANC hizo circular un informe donde cuestionaban su uso (y al que me referí ya en una entrada anterior)2. Siendo un préstamo del inglés unionist, es un término que encontraban demasiado ligado al conflicto del Ulster. Desaconsejaban su uso porque tenía una carga negativa que podía espantar a los indecisos y afectar la imagen pacífica de la que el independentismo ha hecho bandera. Recomendaban alternativas como inmovilista o dependentista.

Aparte de que no creo que esta propuesta llegue a cuajar (al menos fuera de su blog)3, recuerdo leer la noticia y preguntarme si, con el uso, esas dos palabras no acabarían adquiriendo también un matiz ofensivo, negativo o despectivo. Los unionistas no usamos esa palabra para referirnos a nosotros mismos. Sólo los independentistas nos llaman unionistas: es un término que únicamente ha cuajado entre el independentismo, y en particular en la política y los medios de comunicación. Raramente un político del PSC, del PP, de Ciutadans o (algunos) de Podem/CSQEP se referirá a sí mismo como unionista: elegirá “no independentista” la mayoría de las veces.

¿Por qué no ha podido el independentismo encontrar una expresión que designe a sus contrarios y que sea aceptada por ambos bandos, como lo es, precisamente, independentista?

1 https://www.elcritic.cat/blogs/rogerpala/2017/06/26/contra-el-concepte-unionista/
2 http://www.lavanguardia.com/politica/20170626/423699477059/informe-anc-moderar-lenguaje-dependentistas.html

3 http://psicolegs.assemblea.cat/blog/

¿Indecisos?


Como parte de la estrategia para tratar de normalizar al máximo el referéndum del 1-O, los partidos y entidades independentistas tienen previsto arrancar en las próximas semanas una campaña para “convencer a los indecisos” de que voten sí1,2. De hecho, parece incluso que la ANC ha decidido empezar ya la precampaña en el aeropuerto de El Prat, repartiendo entre los pasajeros panfletos vinculando la huelga del personal de la empresa Eulen con un nuevo agravio del gobierno de Madrid contra Cataluña3 (¿o quizá nos quieren decir que la huelga es una cosa española, que desaparecerá tras la independencia? Bromeo, por supuesto: que no se me enfade nadie).

Leyendo estas noticias, no puedo evitar preguntarme: ¿se puede aún hablar de indecisos a estas alturas del procés? Después de años de campañas, mítines, manifestaciones, declaraciones, performances, etc., ¿aún hay gente indecisa con respecto a la independencia? Sinceramente, me cuesta de creer. En tiempos del lejano 9N el dret a decidir aún era una novedad y había margen para la duda. A estas alturas, mi sensación es que las cartas ya llevan mucho tiempo repartidas y quien no está a favor de la independencia es que está en contra (aunque no lo diga en voz alta).

1 http://www.ara.cat/politica/LANC-comencara-campanya-referendum-aglutinar_0_1844215634.html
2 http://www.elpuntavui.cat/politica/article/17-politica/1199596-es-important-ara-convencer-els-indecisos.html
3 https://www.elconfidencial.com/espana/madrid/2017-08-07/anc-folletos-independencia-el-prat-conflicto_1426203/

Espontáneamente

Leyendo sobre el informe distribuido por la sectorial de psicólogos de la ANC1, me ha llamado mucho la atención que recomienden “una movilización que, de forma espontánea, surja el día en que el Parlament apruebe la ley de transitoriedad jurídica y convoque el referéndum”. Y para ello propone “una reacción exultante de toda la población y en todo el territorio (petardos, campanas, bocinas de los coches, silbatos, etc.)”.

La sociedad catalana nunca ha sido muy espontánea, pero mal vamos si la ANC tiene que persuadir a los suyos para que salgan a la calle “espontáneamente” y teatralicen una ruidosa manifestación de apoyo a la independencia.

1 http://www.lavanguardia.com/politica/20170626/423699477059/informe-anc-moderar-lenguaje-dependentistas.html

Después del 1-O


Quizá me estoy equivocando mucho, pero no creo que la independencia vaya a llegar después del 1-O. El pasado 4 de julio, el President Puigdemont explicó en rueda de prensa que, “en caso de ganar el sí” en el referéndum del 1-O, declararía la independencia de Cataluña en tan sólo 48 horas1. Tengo que decir que me sorprendió lo atrevido de la afirmación, porque hasta ese momento el Govern de la Generalitat había sido muy cauteloso sobre ese tema2. Y también me llamó la atención la forzada equidistancia de la frase, porque teniendo en cuenta que la mayoría de votantes del “no” se quedaría en casa, “en caso de ganar el sí” suena más mordaz que otra cosa.

Pero lo importante de la declaración de Puigdemont es que sitúa Cataluña a apenas nueve semanas de la independencia. Piénsenlo bien: nueve semanas. Eso no es nada. Eso son tres chapuzones en la playa y volver a poner el pie en el trabajo. Nueve semanas significa que este otoño tendremos que cruzar un paso fronterizo para ir a una reunión de trabajo en Madrid o al pueblo de los abuelos en Andalucía; que este año fue el último en que pagamos impuestos a la Agencia Tributaria y que nos comimos las uvas con las campanadas de la Puerta del Sol; que nuestros estudiantes empezarán el curso escolar en un país y lo acabarán en otro; que en cuestión de semanas quizá estemos fuera de la Unión Europea, y que el español puede dejar de ser pronto lengua oficial en nuestro territorio; que en nada las vidas de los catalanes estarán reguladas por leyes completamente distintas a las actuales (y todavía desconocidas).  Entre muchísimas otras cosas que pasarán dentro de cinco semanas. Trascendental, ¿no? Probablemente la sacudida más importante que ha sufrido la sociedad catalana en los últimos 300 años, por no decir en toda su Historia.

Pero, entonces, ¿por qué nadie habla de ello?

Yo vivo en Barcelona, y aquí no se escucha a nadie hablar de la (inminente) independencia. Ni en casa, ni en el trabajo, ni en el transporte público, ni en la panadería, ni en el mercado, ni en el gimnasio, ni en ningún lado. Los medios de comunicación hablan de eso constantemente, pero por la calle no se oye a nadie hablar del tema, ni a favor ni en contra. No recuerdo cuándo fue la última vez que oí una conversación sobre la independencia en un lugar público. ¿Y por qué pasa eso? ¿Por qué nadie habla de un asunto tan absolutamente crucial, que nos afectará a todos para el resto de nuestras vidas?

Pues porque, en el fondo, nadie se acaba de creer que la independencia vaya a llegar en diez semanas. Según una reciente encuesta de La Vanguardia, sólo un 11.9% de los catalanes cree que el procés acabará con una declaración de independencia3.  Una cifra tan escandalosamente baja (aún sin descartar que pueda estar cocinada) da una idea de la poca confianza que los propios independentistas de base tienen en los planes secesionistas de la Generalitat. No creo que la independencia vaya a llegar después del 1-O. Sencillamente, porque la mayoría de los catalanes (independentistas incluidos) no lo creen.

1 https://www.efe.com/efe/espana/politica/la-ley-de-referendum-preve-declarar-independencia-antes-48-horas-si-ganase-el/10002-3315805
2
http://www.lavanguardia.com/politica/20170522/422805024847/govern-junts-pel-si-desmientes-independencia-dui-inmediata-referendum.html
3
http://www.lavanguardia.com/politica/20170702/423834402373/el-54-de-los-catalanes-esta-dispuesto-a-participar-en-una-consulta-unilateral.html

¿La revolución de las sonrisas?

Hace cinco años, el proceso independentista arrancó con la idea de que iba a ser La revolta dels somriures (La revolución de las sonrisas): una protesta firme pero pacífica que en unos meses (o un par de años, como mucho) desembocaría en una festiva proclamación de independencia, apoyada por una inmensa mayoría de catalanes a los que se habría convencido con irrefutables argumentos socio-económico-culturales.

Cinco años después, hemos pasado de aquellas sonrisas a tener que escuchar al President Puigdemont declarando: “Damos miedo, y más que daremos”1. Las sonrisas se acabaron hace tiempo: supongo que es difícil continuar sonriendo mientras la presión crece sin válvula de escape fuera (y dentro) de tu gobierno. Lo que queda ya son los rictus, el secretismo, los aspavientos y una desasosegante sensación de colisión inminente en el que ambos bandos intentarán hacerse el máximo daño posible.

Valentí Puig dijo hace poco en La Vanguardia que no le extrañaría que, para subir aún más la temperatura, a partir de septiembre la Generalitat optara por un “lenguaje paramilitar”2. Ojalá me equivoque, pero me da en la nariz que los planes del gobierno Puigdemont van por ahí. No me sorprendería que en las semanas previas al 1-O el lenguaje del independentismo institucional adoptase un tono cada vez más insurreccional, con apelaciones cada vez más explícitas a la desobediencia y amenazas veladas sobre el uso de los Mossos como garantes del referéndum. Una de las estrategias de Puigdemont es provocar al máximo a Rajoy con la esperanza de que pierda los nervios y ordene alguna medida de fuerza que permita al independentismo presentarse al mundo (y a los catalanes no independentistas) como víctima de la antidemocrática opresión española. Porque, en el fondo, el plan de Puigdemont no es hacer un referéndum: es que no le permitan hacerlo y, si puede ser, de la manera más violenta y traumática posible.

1 https://elpais.com/ccaa/2017/07/01/catalunya/1498903688_117845.html
2 https://politica.elpais.com/politica/2017/07/23/actualidad/1500819773_840654.html

Prólogo

Inicio este blog exactamente a dos meses del (teóricamente) primer día de Cataluña como Estado independiente1, con la idea de relatar los hechos de estas semanas decisivas del procés desde el punto de vista de un catalán que no está de acuerdo con la independencia.

Cuando se inició el procés, por allá por el 2012, ya abrí otro blog2 con la intención de opinar sobre los acontecimientos. Acabé dejándolo cuando me di cuenta de que el procés avanzaba con una lentitud tan exasperante que el blog iba a acabar dando vueltas a los mismos temas sine die. Sin embargo, la reciente precipitación de los acontecimientos me ha decidido a retomar mi propuesta.

En aquella primera ocasión elegí expresarme en catalán porque mi idea era dirigirme al publico de Cataluña. Quería demostrar a mis vecinos que no ser independentista no significa ser un furibundo nacionalista español que se niega a hablar en catalán y combate cualquier muestra cultural en esa lengua. Sin embargo, esta vez he decidido usar tanto el catalán como el castellano porque quiero hacer accesible mi opinión al lector del resto de España. Me apetece explicar que en Cataluña no todo el mundo desea la independencia ni cree que hay que elegir entre ser catalán o español. De hecho, si nos atenemos a los resultados de las elecciones al Parlament y las últimas encuestas del CEO3, sólo una minoría piensa así (pero una minoría que tiene mayoría en el Parlamento catalán por cosas de la magia del sistema electoral).

No sé si este blog tendrá mucho o poco público (creo que más bien será lo segundo), pero siento que tengo que dejar mi opinión plasmada públicamente en la red, como modestísimo testimonio de estos días tan intensos que estamos viviendo en Cataluña.

1 http://www.elperiodico.com/es/politica/20170704/presentacion-ley-referendum-grupos-parlamentarios-6146060
2 http://unaltrecatala.blogspot.com
3 http://www.elperiodico.com/es/politica/20170721/encuesta-independencia-cataluna-ceo-julio-2017-6181839